miércoles, 16 de junio de 2010

Después de Veggie House no hay otra que abdominales!

Como la gran mayoría de los veganos, ya me había yo resignado a que los postres y la repostería eran cosa del pasado, o sea, la dieta decente estaba cuasi garantizada. Y cuando menos me lo esperaba ahí estaba, en una esquina que ni recordaba que existía, Veggie House.
El simple hecho de entrar en un restaurante y poder escoger del menú (sí, leyó bien, escoger, ese deleite prohibido para los veganos en casi cualquier lugar) era ya una extravagancia, y si a eso le añadimos el hecho de que además la atención es bastante buena y la comida también pues aún mejor; y si a esto incluso le añadimos que hay deliciosa repostería pues se imaginarán que prácticamente pusimos tienda de campaña afuera del local.
Vamos a la comida. Quiero empezar por decir que si usted tiene aprecio por sus dientes no pida refresco, o del todo pídalo con toneladas de hielo; supongo que será porque son pulpas, pero es simplemente demasiada azúcar para cualquier humano promedio. Siguiendo con las bebidas el café se volvió so-so cuando cambiaron de chef, lo cual no me puedo explicar, o sea, un café es un café es un café, no?.
Desafortunadamente no hemos probado todo lo existente en el menú, pero procuraré ser lo más prolija en detalles respecto a lo que sí hemos probado. Lo que me parece es su mejor platillo es el panini, la versión tu-yu de un sándwich digamos. Este viene relleno de una deliciosa torta de garbanzo y ensaladita, acompañado de papas a la francesa (aquí es donde mi dieta empieza a temer por su vida). Para mi gusto podrían ponerlo en la plancha o calentar el pan antes, porque a pesar de que el pan se siente fresco, le falta textura y a mí pues de plano que el pan frío me desmatiza.
El casado por otra parte tiene sus altos y bajos. La ensalada y la torta de garbanzo exquisitas!, pero el arroz estaba un poco duro y los frijoles pues no estaban frescos, lo cual es bien raro en un casado, me daban la impresión de haber sido calentados en el microondas y por ende haberse secado.
Uno que creo que mordió el polvo definitivamente para nosotros fue el wrap. Anteriormente era una exquisitez, soya frita bien adobada, hummus, vegetales, salsa de jengibre, ensaladita, en fin, una delicia por donde se le mirase. Sin embargo aparentemente un wrap no es un wrap no es un wrap cuando se cambia de chef; la última vez que lo pedí estaba super seco y en vez de la soya ahumada me encontré con una especie de hamburguesa de soya descuartizada que me heló la panza.
Pero eso sí, la repostería no tiene parangón. Esta señora se v a ir directo al cielo por lo que hace con nuestros paladares y directo al infierno por lo que está haciendo con mis caderas. No hay sentadilla ni abdominal que se pelee con esos deliciosos brownies con cobertura de menta, con el queque de vainilla que me podría comer sola escondida en el baño, con los cupcakes de nueces… Qué le digo, que tiene que ir, que no se puede morir sin probarlos!.
Una cosa sí le digo, verifique el horario, porque como buen restaurante vegetariano tiene un horario poco menos que inverosímil para ser restaurante. Abren a medio día y cierran a las 7 30, los sábados me parece que cierran antes y los domingos pues del todo no. Típico…
Seguiré esperando el día que haya un restaurante vegan con horario nocturno y por qué no, con la opción de tomarse una cervecita. En ese caso no tienen más que asomarse y ahí estaré, bien instalada con mi tienda de campaña y mis perros y gatos.