viernes, 26 de junio de 2009

Jalisco es el país de las maravillas, en el mal sentido de la frase

Visualice un lugar donde usted es bien atendido, por tipos amables y de buen humor, donde la comida se sirve rica y calientita, donde el ambiente es agradable y usted desea volver.
Ahora, pongámosle que usted vuelve y los tipos de buen talante se pellizcaron uno con el zipper en la mañana y están de un chichón, y no disimulan, lo atienden mal y si no de plano pues lo ignoran y listo. La comida está como sacada de la nevera, además de insípida y hecha a las carreras. Y para colmo de males la decoración de navidad aún está ahí (yo amo la navidad, pero la decoración fuera de temporada es deprimente).
Bueno, pues usted se encuentra en Jalisco, san pedro, el país de las maravillas fucked up donde todo es confusión constante y regadas de bilis.
Si usted tiene una vida aburrida y sin gracia entonces tal vez esto lo saque de la rutina. Si usted tiene una vida medio normal pues se va a morir del berrinche, como yo.
A veces he ido a Jalisco y he sido bien atendida, por uno de los 3 meseros, el mexicano maniaco-depresivo, el colombiano temeroso-chichas y el tico estoico. He comido burritos vegetarianos sin lácteos ofrecidos al instante por el mesero, burritos calientitos y jugosos, con hongos, cebolla y chile dulce, frijoles y salsa.
A veces he ido a Jalisco y … bueno, del todo no he sido atendida. He tenido que sentarme en una mesa sucia, llena de pedazos de cadáveres de animal y servilletas con jugos de muerto a esperar durante diez minutos. Finalmente desde luego me largué con un hambrón y un colerón, que fue lo único que conseguí esa tarde en ese lugar.
A veces he ido y cualquiera de los meseros me atiende en automático, me ignora a veces, me hace cara de disgusto cuando lo llamo y ni siquiera se digna a verme a la cara cuando le hablo. Me traen la comida fría y sin gracia, los burritos sin una pizca de sal que les haya caído por accidente, resecos y recocinados, con unos pedazos de cebolla para atragantar al más valiente y los frijoles prácticamente inexistentes.
Bueno, qué más puedo decir, que Jalisco es el país de las maravillas, en el peor sentido de la frase.